¿Tu hijo tiene problemas para dormir o despierta varias veces en la noche? La razón podría estar relacionada con su manera de procesar los estímulos sensoriales. La integración sensorial y el sueño están íntimamente conectados, y estudios recientes evidencian una mayor prevalencia de problemas de sueño en niños con dificultades sensoriales. Esto es aún más evidente en niños con diagnósticos de necesidades especiales, como los trastornos del espectro autista (TEA), donde entre el 40% y el 80% de los niños reportan dificultades para dormir.
Hipersensibilidad sensorial:
Los niños con hipersensibilidad a los estímulos pueden estar hiperalertas a ruidos, luces o incluso a la textura de la ropa de cama, lo que les dificulta relajarse y conciliar el sueño. Pequeños sonidos que otros ignoran, como el ruido de un ventilador o el crujido de una puerta, pueden hacer que el niño se despierte fácilmente o no logre dormirse.
Shochat et al. (2009) identificaron que la sensibilidad táctil era un predictor significativo de dificultades para dormir en niños de 6 a 10 años. De manera similar, Vasak (2015) encontró que los bebés y niños pequeños típicamente desarrollados, de 1 a 3 años, con mayor sensibilidad sensorial necesitaban más tiempo para conciliar el sueño.
Hiposensibilidad sensorial:
Por otro lado, algunos niños con hiposensibilidad sensorial necesitan más estimulación antes de dormir. Pueden buscar movimiento constante, como balancearse, o estímulos táctiles intensos, como la presión profunda, para sentirse seguros y relajados. Esto puede llevarlos a moverse mucho durante la noche o a tener dificultad para quedarse quietos y relajarse.
Estrategias para mejorar el sueño en niños con dificultades sensoriales:
-Rutinas sensoriales antes de dormir: Milton y Lovett (2014) sugieren estrategias como la presión profunda (abrazos, uso de mantas pesadas), baños tibios o masajes suaves para facilitar la relajación. La aplicación de presión moderada, o masaje, ha sido eficaz en niños con dificultades de autorregulación, como aquellos con TEA.
– Ambiente sensorialmente seguro: Crear un entorno calmante y sin estímulos excesivos es fundamental. Minimizar luces brillantes, sonidos fuertes o usar ruido blanco o música suave puede ser útil.
– Ropa y camas adecuadas: Asegurarse de que la ropa de cama sea cómoda y no cause irritación táctil puede ser esencial. Algunas familias encuentran útil el uso de mantas pesadas o colchones con soporte firme.
Relación entre las disfunciones sensoriales y el sueño:
Diferentes estudios sugieren que los estímulos sensoriales influyen directamente en los parámetros del sueño en niños con dificultades sensoriales. Niños que experimentan mayor sensibilidad en los sistemas táctil y de gusto/olfato reportaron mayor somnolencia diurna, mientras que la ansiedad relacionada con el sueño se asociaba con una mayor sensibilidad visual y auditiva. Incluso los niños típicamente desarrollados que son más sensibles a la estimulación sensorial parecen tener más dificultades para dormir que aquellos con sensibilidades promedio.
En conclusión, abordar las dificultades sensoriales en los niños que experimentan trastornos del sueño puede ser la clave para mejorar la calidad del descanso y, por ende, su bienestar general.
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