TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición que, más que un diagnóstico, es un reto y a la vez una oportunidad para entender y potenciar el desarrollo de los niños. Este trastorno, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), es una condición del neurodesarrollo que influye en la capacidad para mantener la atención, regular la hiperactividad y controlar los impulsos. Aunque se diagnostica con mayor frecuencia en la infancia, sus efectos pueden mantenerse indefinidamente, pero hay maneras en las que esto se puede trabajar y mejorar.

El TDAH se clasifica en tres tipos: inatención, hiperactividad/impulsividad o ambos.  Los niños que muestran estos rasgos a menudo demuestran una gran creatividad y un vigor contagioso; sin embargo, se enfrentan a dificultades en entornos educativos ordenados. Los síntomas del TDAH pueden incluir problemas de concentración, perder las cosas con frecuencia, exceso de energía o actuar sin pensar.  Estas tendencias deben observarse en diversas situaciones para su evaluación. Cada niño es único y tiene sus propias habilidades especiales que debemos descubrir. Comprender estas diferencias distintivas ayuda a brindar un mejor apoyo y a mostrar sus grandes habilidades individuales.

Las investigaciones recientes señalan factores genéticos, neurológicos y ambientales como posibles causas del TDAH. Por ejemplo, se ha observado que las diferencias en el funcionamiento cerebral pueden afectar áreas relacionadas con la atención y el control de impulsos, mientras que la herencia genética también juega un papel significativo. Sin embargo, el contexto familiar y social puede transformar estas dificultades en fortalezas cuando se manejan con empatía y comprensión.

Dentro de las escuelas, el TDAH puede afectar el desempeño académico de varias formas. Los estudiantes con TDAH a menudo tienen problemas para concentrarse por mucho tiempo, lo que puede resultar en trabajos no terminados o equivocaciones por falta de atención. Esos obstáculos, a pesar de su dificultad, ofrecen la oportunidad de explorar resoluciones originales que favorezcan a cada estudiante por igual. Medidas como dividir las actividades en acciones pequeñas, programar descansos periódicos y emplear recursos visuales para el aprendizaje pueden generar un impacto significativo. Adicionalmente, estos pequeños a veces muestran una habilidad asombrosa para pensar de formas poco comunes y descubrir soluciones creativas, atributos que resaltan aún más en presencia de un entorno oportuno.

Un problema común que enfrentan es cómo gestionar el tiempo. Los niños con TDAH a menudo no calculan correctamente cuánto tiempo les llevará terminar sus actividades, lo que puede causar demoras e irritación. La procrastinación es algo que sucede mucho, ya que las labores que demandan atención prolongada pueden sentirse demasiado complicadas. Para lidiar con esto, estrategias para organizar el tiempo, como usar cronómetros para tomar el tiempo en cada actividad o hacer listas de cosas fáciles y directas, pueden resultar muy útiles. Cambiar de una tarea a otra a veces resulta complicado, como pasar de jugar a estudiar puede ser problemático si no nos preparamos antes. Por lo que, establecer horarios precisos y emplear recordatorios visuales o auditivos puede facilitar estas transiciones, ayudando al niño a adaptarse con menos resistencia.

El ambiente en el salón de clases también es crucial. Los pequeños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad tienden a desempeñarse de manera más favorable en lugares organizados pero adaptables, en donde las expectativas estén específicamente marcadas, pero también exista margen para modificaciones. Ubicarse cerca del profesor, el uso de elementos como auriculares para minimizar interrupciones o pausas cortas planificadas pueden ser estrategias beneficiosas. También, los profesores que aplican un método alentador y destacan la dedicación en vez de únicamente los logros, tienen un impacto considerable en el área emocional y escolar del estudiante.

Las relaciones personales pueden complicarse debido a que, en ocasiones, los impulsos dificultan la capacidad de respetar las reglas sociales o de ser pacientes para esperar el momento adecuado. Estas situaciones pueden generar confusiones o enfrentamientos con los demás. No obstante, al promover destrezas de interacción y comprensión, y al ofrecer ejemplos concretos de conducta, los pequeños con TDAH pueden formar lazos valiosos y adquirir habilidades para controlar sus impulsos de forma positiva.

Es esencial tener en mente que cada dificultad representa también una ocasión para progresar. Con la orientación correcta, los problemas educativos pueden transformarse en una oportunidad para encontrar fortalezas y mejorar destrezas que serán útiles para el niño en su futuro. Trabajar en equipo con la escuela, organizar rutinas fijas y reconocer de manera positiva cada avance pequeño son esenciales para los padres. Además, de intentar encontrar remedios médicos o tratamientos, es crucial prestar atención y aceptar las necesidades y habilidades de cada pequeño. Con comprensión, ayuda y recursos apropiados, los niños con TDAH pueden vencer cualquier obstáculo y destacar tanto en la escuela como en su día a día.

Autora: Margarita Cordón

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