La inteligencia emocional en niños es una de las habilidades más importantes para su bienestar personal, social y académico. Desde los primeros años de vida, los niños comienzan a desarrollar herramientas para reconocer, expresar y regular sus emociones. Este proceso es fundamental para construir relaciones sanas, tomar decisiones responsables y enfrentar desafíos con seguridad.
En 1990, los psicólogos Peter Salovey, futuro presidente de la Universidad de Yale, y John D. Mayer, experto en relaciones interpersonales, introdujeron el término inteligencia emocional. Sin embargo, sería en 1995 cuando este concepto ganaría popularidad gracias al libro La inteligencia emocional y por qué es más importante que el coeficiente intelectual, de Daniel Goleman.
Según Goleman, la inteligencia emocional está compuesta por cinco elementos clave. Los tres primeros son intrapersonales: autoconocimiento, autocontrol y automotivación, esenciales para conocernos a nosotros mismos. Una vez desarrollados, es posible trabajar los aspectos interpersonales, que incluyen la empatía y las habilidades sociales, indispensables para relacionarnos con los demás (Goleman, 1995).
Más allá del coeficiente intelectual
Goleman destaca que una persona con alta inteligencia emocional tiene mayores probabilidades de éxito que alguien con un coeficiente intelectual elevado, pero con baja inteligencia emocional. Tomando como referencia el artículo The Importance of Emotional Competence and Self-Regulation from Birth: A Case for the Evidence-Based Emotional Cognitive Social Early Learning Approach (Housman, 2017), podemos ampliar la relación entre inteligencia emocional y cognitiva.
El artículo introduce conceptos como el aprendizaje socioemocional (SEL, por sus siglas en inglés) y el aprendizaje temprano cognitivo, emocional y social (ECSEL). Señala que el 90% del cerebro se desarrolla durante los primeros tres años de vida, adaptándose estructural y funcionalmente a los estímulos del entorno. Esta etapa es crucial, ya que las experiencias sociales y emocionales (sobre todo el apego seguro con un cuidador) son esenciales para el desarrollo cerebral, el aprendizaje y la salud integral.
Competencias socioemocionales y co-regulación
El artículo identifica cinco competencias fundamentales del aprendizaje socioemocional: autoconciencia, autocontrol, conciencia social, habilidades de relación y toma de decisiones responsables, muy similares a las propuestas por Goleman. Un punto relevante es el papel de la co-regulación en la infancia, dividido en dos fases:
El papel del discurso emocional y el lenguaje como regulador
El discurso emocional tiene tres componentes esenciales: comentarios no elaborados sobre emociones, explicación de sus causas y consecuencias, y declaraciones relacionadas con la empatía. Este tipo de comunicación, que evoluciona de lo no verbal a lo verbal, refuerza el conocimiento emocional desde etapas tempranas. Por ello, es vital que los padres gestionen adecuadamente sus propias emociones, ya que su modelo influye directamente en cómo los niños percibirán y manejarán las suyas en el futuro.
El lenguaje, por su parte, actúa como una herramienta clave en la regulación emocional. Enseñar a los niños a expresar sus emociones con palabras, en lugar de reacciones impulsivas, fomenta el autocontrol y la organización interna, además de facilitar la resolución de problemas de manera reflexiva.
La Mesa de la Paz: una herramienta práctica
El artículo también menciona una herramienta valiosa para trabajar en casa: la Mesa o Rincón de la Paz. Este espacio permite resolver conflictos mediante la negociación estructurada, la regulación emocional y el pensamiento crítico. En él, adultos y niños conversan sobre sus emociones y exploran alternativas para resolver problemas, integrando técnicas como la respiración profunda y el uso de objetos sensoriales, como las botellas de la calma.
El impacto de las emociones en el aprendizaje
Las emociones no solo nos ayudan a entendernos a nosotros mismos y a relacionarnos mejor; también influyen en aspectos clave del aprendizaje y las funciones ejecutivas, como la atención, la memoria y la concentración. Por ello, los adultos tenemos un papel fundamental en el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños, brindándoles herramientas que les permitan gestionar sus emociones de forma saludable y efectiva.
Por: Josselyn Ponciano
Housman, D. K. (2017). From https://ijccep.springeropen.com/articles/10.1186/s40723-017-0038-6
Goleman, D. (1995). La inteligencia emocional por qué es más importante que el coeficiente intelectual.
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